İs universo eterno
IntroducciónEn 1981, muchos de los cosmólogos más destacados del mundo se reunieron en la Academia Pontificia de las Ciencias, un vestigio de los linajes acoplados de la ciencia y la teología situado en una elegante villa en los jardines del Vaticano. Stephen Hawking eligió el augusto marco para presentar lo que más tarde consideraría su idea más importante: una propuesta sobre cómo pudo surgir el universo de la nada.
La teoría del Big Bang tenía otros problemas. Los físicos entendían que un haz de energía en expansión se convertiría en un amasijo arrugado en lugar del cosmos enorme y liso que observan los astrónomos modernos. En 1980, un año antes de la conferencia de Hawking, el cosmólogo Alan Guth se dio cuenta de que los problemas del Big Bang podían solucionarse con un añadido: un crecimiento exponencial inicial conocido como inflación cósmica, que habría hecho que el universo fuera enorme, liso y plano antes de que la gravedad tuviera la oportunidad de destruirlo. La inflación se convirtió rápidamente en la principal teoría de nuestros orígenes cósmicos. Sin embargo, las condiciones iniciales seguían siendo un problema: ¿Cuál fue el origen de la minúscula mancha que supuestamente se hinchó hasta convertirse en nuestro cosmos y de la energía potencial que la infló?
Teoría del universo eterno
Uno de mis argumentos favoritos a favor de la existencia de Dios es el Argumento Cosmológico de Kalam. Aunque este argumento tiene raíces históricas, el filósofo cristiano contemporáneo William Lane Craig lo ha popularizado más recientemente. El argumento es el siguiente
Esta primera premisa parece intuitivamente obvia. Para rechazarla, habría que postular que algo puede surgir de la nada. Pero ese punto de vista tiene que ser el colmo del absurdo. La nada no puede producir nada. Después de todo, nuestra propia experiencia y las observaciones científicas nos dicen que las cosas no surgen de la nada. Ninguno de nosotros, por ejemplo, ha experimentado nunca la aparición de un nuevo Corvette en la entrada de su casa, por muy bonito que fuera. Además, si las cosas pueden surgir de la nada, sigue siendo inexplicable por qué no ocurre siempre.
Como cabe imaginar, la mayoría acepta esta premisa, aunque algunos han intentado refutarla a lo largo de los años. Quentin Smith, por ejemplo, sugiere que “la creencia más razonable es que venimos de la nada, por la nada y para la nada”.1 Pero debo confesar que no estoy seguro de entender cómo es posible. ¿Cómo surgimos de la nada? ¿Cómo pudo la nada causar algo?
Lo que está fuera del universo
La Biblia deja claro que el universo no es eterno, que tuvo un principio y que ese principio fue su creación por Dios (Génesis 1:1). Esta verdad ha sido negada por filósofos y pseudocientíficos que han ideado una variedad de teorías diferentes en un esfuerzo por “probar” la eternidad del universo. Además, los ateos dirán que la materia y la energía son eternas, siguiendo la primera ley de la termodinámica: “La energía puede transformarse (cambiar de una forma a otra), pero no puede crearse ni destruirse.”
Filosóficamente, ¿por qué tenemos algo en lugar de nada? Si el universo tuvo un principio, entonces debe tener una causa, y por tanto no puede ser eterno. Y cada gota de evidencia que tenemos apunta a que el universo tuvo un principio, pero esta verdad no es algo bien recibido por los naturalistas y ateos. Numerosos ateos de mentalidad científica han expresado su deseo de encontrar un resquicio al hecho científico de que el orden actual de la naturaleza tuvo un principio. Por desgracia para ellos, tal resquicio no existe. He aquí cinco pruebas de que el universo no es eterno:
Más allá del universo
Si preguntamos a cualquier persona por el origen de algún fenómeno que hayamos observado, normalmente recurrirá al mismo proceso de pensamiento lógico: causa y efecto. Cuando vemos que algo ocurre, eso es el efecto. Los procesos que ocurrieron antes y que llevaron a que se produjera el efecto son lo que solemos llamar la causa: la razón por la que se produce el efecto. La mayoría de nosotros estamos perfectamente dispuestos a extrapolar los fenómenos que vemos hacia atrás en el tiempo en una cadena ininterrumpida de acontecimientos de causa y efecto.
Es de suponer que esto no se remonta en una cadena infinita, sino que hubo una “primera causa” que condujo a la existencia misma del Universo. Durante mucho tiempo, esta imagen se apoyó en la noción del Big Bang clásico, que parecía implicar que el Universo comenzó a partir de una singularidad: un estado infinitamente caliente y denso del que surgieron el espacio y el tiempo mismos. Pero desde hace décadas sabemos que el Big Bang fue el comienzo de muchas cosas importantes -nuestro “Universo tal y como lo conocemos”, si se quiere-, pero no del espacio y el tiempo en sí. El Big Bang fue sólo un efecto más, y creemos saber qué lo causó. Esto reabre la cuestión de si el Universo tuvo un principio, y la respuesta hasta ahora es que no estamos seguros. He aquí por qué.