Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses
El qué, al principio. En efecto, esta invitación a la introspección debe conectarse con la teoría platónica de la reminiscencia. Todo el mundo, dice Sócrates, tiene el conocimiento mismo, sólo hay que recordarlo. El conocimiento es inherente al hombre, no está fuera. La sabiduría es aprender a recordar.
Cómo, entonces. Este conocimiento de sí mismo sólo se puede lograr a través del método socrático, es decir, el diálogo entre el alma y sí mismo, o entre un estudiante y su maestro. Sócrates es tan a menudo en el papel de interrogador, como un asistente emocional. Las preguntas de Sócrates porque no sabe nada, sabe que no sabe nada, no tiene nada que aprender, pero puede ayudar a sus seguidores a descubrir las verdades que tienen en ellos.
El hombre se conoce a sí mismo se atribuye a qué filósofo
La autenticidad de todas estas atribuciones es dudosa; según Parke y Wormell (1956), «la autoría real de las tres máximas colocadas en el templo de Delfos puede quedar incierta. Lo más probable es que se trate de proverbios populares, que posteriormente se atribuyeron a determinados sabios»[13][14].
El antiguo dramaturgo griego Esquilo utiliza la máxima «conócete a ti mismo» en su obra Prometeo atado. La obra, sobre una secuencia mitológica, sitúa la máxima en el contexto de la mitología griega. En esta obra, el semidiós Prometeo arremete primero contra los dioses del Olimpo y contra lo que considera una injusticia por haber sido atado a un acantilado por Zeus, rey de los dioses del Olimpo. El semidiós Océano se acerca a Prometeo para razonar con él y le advierte que debería «conocerse a sí mismo»[15]. En este contexto, Océano le está diciendo a Prometeo que debería saber que no debe hablar mal de quien decide su destino y que, en consecuencia, quizás debería conocer mejor su lugar en el «gran orden de las cosas».
El hombre se conoce a sí mismo verso de la Biblia
¿Y cómo podríamos conocernos a nosotros mismos si no tenemos un punto de referencia? ¿Cómo podríamos ver nuestras propias sombras si no hay nadie que nos las muestre? Y, si hay alguien dispuesto a mostrárnoslas, ¿seremos capaces de reconocerlas? ¿Seremos capaces de ver nuestros propios reflejos en los demás, la forma en que interactuamos con los demás? Y supuestamente somos capaces de reconocerlos, ¿tendremos el valor de identificarlos? ¿O tal vez, la sombra de nuestro propio Ego ha crecido tanto y tan grande que ensombrece nuestra capacidad de pensar con claridad y ver nuestras inter-acciones?
Y aquí llegamos al primer obstáculo en nuestra mente que necesitamos trascender, para aprender sobre nosotros mismos y proceder más profundamente en este agujero de conejo. Este obstáculo es la ilusión de que estamos separados los unos de los otros y/o de todo lo que no está hecho por el hombre.
Verás, estamos siendo creados a imagen y semejanza de Dios, o del Amor Infinito, o de aquello que está más allá de las colinas y no tiene nombre. Ese campo del Amor Infinito, ha generado muchas copias diferentes y diversas de una sola persona en diferentes formas y versiones, en diferentes colores y géneros, repartidas por diferentes partes de este mundo, sólo para asegurarse de que cada «persona» pudiera tener todo tipo de experiencias y devolverlas a la Fuente, enriqueciendo como tal ese Campo inicial, el campo del Amor Infinito.
Conocerse a sí mismo es conocer a Dios
Según el viajero y escritor griego del siglo II d.C., Pausanias, había una importante inscripción en la explanada del templo de Apolo en Delfos. La inscripción podía ser leída por cualquier persona que acudiera en su largo peregrinaje religioso en busca de respuestas y de una mirada al futuro. La inscripción decía: γνῶθι σεαυτόν «Gnothi Seauton» En latín sería «Nosce te Impsum» o «Temet Nosce» que traducido al español significa: «Conócete a ti mismo». Este aforismo aparecía en una inscripción sobre la puerta del Oráculo en la serie de películas Matrix.
Más de 18 siglos después, muchas escuelas filosóficas conmemoran estas palabras de sabiduría. Como artista, me viene a la mente un autorretrato. Muchos artistas del pasado eran conscientes de la importancia de conocerse a sí mismo, no sólo por fuera sino también por dentro. En el momento en que creamos arte, hacemos un autorretrato psicológico, seamos conscientes de ello o no. Al ser conscientes de ello, el acto creativo puede convertirse en un acto de curación y autorrealización. No es de extrañar que la famosa inscripción «Conócete a ti mismo» se encontrara en el antiguo templo del dios Apolo, dios de la curación, la inspiración y la iluminación solar. La inscripción no terminaba ahí y no habría lugar a malentendidos, ya que la frase completa diría «Conócete a ti mismo y conocerás todos los misterios de los dioses y del Universo». (Σαυτὸν γνοὺς καὶ πάντα γνώσει τὰ τῶν θεῶν τε καὶ τοῦ κόσμου μυστήρια).