Alfabeto Esperanto
Si hemos de creer a la Escuela de Estudios Lingüísticos del Instituto del Servicio Exterior de Estados Unidos (FSI) (¿y por qué no habríamos de hacerlo?), el francés, como muchas lenguas romances, es una lengua “más parecida al inglés” que otras. El FSI afirma que el francés suele requerir 30 semanas (750 horas de clase) de estudio para alcanzar una competencia profesional (B2 en la escala del MCER), “aunque el tiempo real puede variar en función de una serie de factores, como la capacidad natural del alumno, su experiencia lingüística previa y el tiempo que pase en el aula”.
La escala del FSI clasifica el francés como una “lengua de categoría I”, considerada “más parecida al inglés”, en comparación con las categorías III y IV, “lenguas duras” o “superduras”. Según el FSI, el francés es uno de los idiomas más fáciles de aprender para un hablante nativo de inglés. Sin embargo, con una media de 30 semanas para alcanzar la competencia (en lugar de 24), sigue siendo difícil dominar el idioma. En definitiva, es un largo camino desde aprender a saludar en francés hasta alcanzar una competencia profesional en el trabajo.
Lengua esperanto
La mayoría de la gente tiene la ambición de aprender una nueva lengua extranjera, pero muchos se atascan en la pregunta: “¿Qué idioma debería aprender?”. Si te haces esa pregunta, probablemente significa que no tienes mucho interés en aprender ningún idioma en particular. Te recomendamos que elijas uno de los idiomas más útiles. Pero, ¿cuál es el mejor? Y si quieres aprender más de uno, ¿cuál deberías aprender primero? He aquí los idiomas más importantes que deben aprender los hablantes nativos de inglés o las personas que ya lo dominan.
El inglés se ha establecido como una especie de lingua franca, por lo que la gente de todo el mundo lo habla. Sin embargo, el inglés no es suficiente para poder comunicarse en todos los sectores laborales (sobre todo el turismo y los negocios internacionales). Hay innumerables razones para aprender cualquiera de estos 7 idiomas más útiles. Dicho esto, para la mayoría de la gente, la mayor motivación para aprender uno de los idiomas más útiles es la profesional. Ser capaz de hablar una o varias lenguas extranjeras se ha convertido en una de las habilidades más solicitadas por los reclutadores.
Familias lingüísticas
Deberían ser ellos los que contaran esta historia. Las hojas de maíz crujen con un sonido característico, una conversación de papel entre ellas y con la brisa. En un día caluroso de julio -cuando el maíz puede crecer quince centímetros en un solo día- se oye el chirrido de los entrenudos que se expanden, estirando el tallo hacia la luz. Las hojas escapan de sus vainas con un chirrido prolongado y, a veces, cuando todo está quieto, se puede oír el repentino estallido de la médula rota cuando las células llenas de agua se vuelven demasiado grandes y turgentes para los confines del tallo. Estos son los sonidos del ser, pero no son la voz.
Los granos deben emitir un sonido acariciador, un diminuto siseo cuando un líder de pelo suave se enrosca alrededor del escabroso tallo del maíz. Las superficies vibran delicadamente unas contra otras, los zarcillos palpitan al enroscarse alrededor de un tallo, algo que sólo podría oír un escarabajo pulgoso cercano. Pero esta no es la canción de las judías.
Me he tumbado entre calabazas en proceso de maduración y he oído el crujido de las hojas de la sombrilla que se balancean de un lado a otro, atadas por sus zarcillos, el viento levantando sus bordes y bajándolos de nuevo. Un micrófono en el hueco de una calabaza hinchada revelaría el chasquido de las semillas al expandirse y el torrente de agua llenando la suculenta carne naranja. Estos son los sonidos, pero no la historia. Las plantas no cuentan sus historias por lo que dicen, sino por lo que hacen.
Árbol genealógico de las lenguas
Otros investigadores han propuesto que las tasas de cambio deberían ser más rápidas en las poblaciones pequeñas debido a la difusión más rápida de nuevos rasgos (Nettle, 1999). Las lenguas habladas por pequeñas poblaciones de hablantes podrían ser capaces de desarrollar y conservar una mayor complejidad lingüística (Nettle, 2012). Las poblaciones más pequeñas pueden tener una mayor tolerancia a la diversidad (Milroy y Milroy, 1985, 1992) y representaciones lingüísticas más maleables (Lev-Ari, 2017), lo que podría acelerar las tasas de cambio. Además, se ha sugerido que la tasa de cambio lingüístico puede verse acelerada por los efectos fundadores en serie, ya que las nuevas lenguas parten de poblaciones relativamente pequeñas (Atkinson et al., 2008), lo que podría aumentar la tasa de pérdida de elementos lingüísticos de la lengua ancestral (Trudgill, 2004; Atkinson, 2011). Las poblaciones de pequeños hablantes también pueden estar más influenciadas por el contacto lingüístico a través del comercio y el matrimonio entre grupos, lo que podría aumentar las tasas de cambio lingüístico (Bowern, 2010).
Así pues, a pesar de los numerosos estudios realizados sobre una amplia gama de lenguas y rasgos lingüísticos, no hay consenso sobre si el tamaño de la población tiene una influencia consistente en los patrones y las tasas de evolución lingüística (Bowern, 2010; Greenhill, 2014). La falta de una influencia consistente y predecible del tamaño de la población en el cambio lingüístico podría indicar que no es un factor universalmente importante en las tasas de cambio lingüístico. Otra posibilidad es que los patrones incoherentes se deban también a patrones de cambio complicados. Por ejemplo, si las tasas de ganancia de palabras muestran relaciones diferentes con el tamaño de la población que las tasas de pérdida de palabras, entonces las tasas generales de cambio pueden no mostrar un patrón consistente, y los patrones descubiertos en cualquier estudio podrían depender del modo de medir el cambio lingüístico (Bromham et al., 2015a). La diversidad de conclusiones en los estudios publicados también podría surgir de la diversidad de lenguas estudiadas, tipos de datos analizados o enfoques metodológicos.